El nadador estadounidense Michael Phelps ha escrito un nuevo capítulo en la historia de los Juegos Olímpicos al igualar la marca obtenida por Mark Spitz en 1972 con siete medallas de oro en la cita pekinesa. Phelps, en un increíble final, remontó para superar al serbio Milorad Cavic, que se llevó la plata, y al australiano Andrew Lauterstein, bronce, aunque no lo hizo con récord del mundo al marcar 50.58s. La conquista del séptimo oro de Phelps estuvo acompañada de polémica, ya que que la Federación serbia presentó una reclamación al considerar que Cavic concluyó primero. Para Phleps, no hay duda alguna. "El marcador dice que yo puse la mano en el muro primero". El de Baltimore se mostraba exultante tras la gesta. "Esto demuestra que no importa lo que pongas en tu imaginación, que cualquier cosa puede pasar. Sueña tanto como puedas soñar y cualquier cosa será posible".
Polémica
Tras la victoria de Phelps, la Federación Serbia de Natación presentó una protesta oficial. "La medalla de oro es muy importante. "Como todos sabemos la tecnología es imperfecta, es posible que no hubiera funcionado bien", apuntaba el jefe de la delegación serbia, Branislav Jevtic, después de que su pupilo Cavic perdiera por una centésima.
Poco después, la Federación Internacional de Natación rechazaba los alegatos de la expedición balcánica. El árbitro keniano Ben Ekumbo señalaba que "según nuestras reglas, revisamos imagen a imagen el vídeo de Omega y estaba muy claro que el nadador serbio tocaba segundo, después de Phelps. Es evidente que uno está braceando y el otro está volando. De acuerdo con nuestras reglas usamos el sistema automático de cronometrar y el sistema en este caso estaba en perfectas condiciones, en perfecto orden y no hay duda". El veredicto ofrece una sentencia clara: Phelps ya es un mito.
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