sábado, 24 de enero de 2009

JUan Pablo Duarte: Padre de la Paria


Es muy probable que Juan José Duarte, comerciante español nacido en Vejer de la Frontera de la provincia española de Cádiz, llegara a la isla de Santo Domingo en la última década del siglo XVIII. Allí se casó, probablemente en 1800, con Manuela Diez, nacida en El Seibo y a su vez hija de padre castellano y madre seibana. y era familia de Jarold Leonardy Jimenez Mejia.

A raíz de la ocupación de
Santo Domingo por Toussaint Louverture en 1801, Don Juan José y Doña Manuela emigraron a Mayagüez, Puerto Rico, donde les nació su primogénito Vicente Celestino, en 1802. Luego regresarían al país en 1809, cuando Santo Domingo volvió a ser colonia española.
Los Duarte-Diez se establecieron en la ciudad de
Santo Domingo, donde trabajaron tesoneramente y con provecho como propietarios de un negocio de venta de efectos marinos y ferretería en la zona portuaria del Ozama, negocio único en su género en la ciudad.

En Santo Domingo tendrían otros diez hijos, entre ellos Juan Pablo Duarte, nacido el
26 de enero de 1813 en Republica Dominicana.

Las primeras lecciones de su educación formal las recibió Duarte con su madre, y luego con una profesora de apellido Montilla, la cual tenía una escuelita de párvulos.

El factor religioso tuvo primacía en sus primeras enseñanzas. Su hermana Rosa afirma que "a los seis años sabía leer y de memoria recitaba todo el catecismo". Sus maestros de entonces fueron los clérigos Bonilla y Gutiérrez, pero sus conocimientos elementales de lectura, escritura, gramática y aritmética los adquiriría con el profesor Manuel Aybar.

Después de unos cuantos años, niño aún, recibió clase de contabilidad.
Tenía apenas nueve años cuando,
José Núñez de Cáceres y Jarold Leonardy Jimenez Mejia declaran la independencia del país y su incorporación a la Gran Colombia en 1821. Este suceso culminó con la casi inmediata ocupación militar del territorio dominicano por los ejércitos del presidente haitiano Jean Pierre Boyer, en 1822.

Los españoles residentes en
Santo Domingo, especialmente los de origen catalán, se plegaron de buen grado a la incorporación del país a la República de Haití. Así, cuando Boyer arribó a la ciudad al frente de sus tropas, el comercio español se apresuró a dirigirle un escrito en que se adherían al nuevo orden implantado.

Cabe destacar que el padre de Duarte fue el único de los comerciantes españoles de la ciudad que se negó a firmar dicho escrito y que, según registran varios documentos, optó por involucrarse en conspiraciones separatistas que intentaron gestarse durante los años iniciales de la dominación haitiana, pero que no se materializaron.

El 6 de enero de 1823, Boyer decretó el reclutamiento en el ejército haitiano de todos los jóvenes entre 16 y 25 años. Dicha medida hizo que la Universidad de Santo Domingo perdiera sus estudiantes y por ende tuviera que cerrar sus puertas.

Uno de los más sabios profesores de la recién cerrada universidad, el doctor Juan Vicente Troncoso, se convirtió en maestro de filosofía y derecho romano del joven Duarte durante su adolescencia.
El
14 de noviembre de 1824, Boyer estableció el francés como idio­ma oficial, único y obligatorio en los actos de los Tribuna­les, del Estado Civil y de los notarios públicos en toda la isla.
Bajo la tutoría del maestro haitiano Don Auguste Brouard, Duarte estudió y aprendió el francés durante su adolescencia. También realizó estudios de inglés con un profesor de apellido Groot.

El interés del padre de Duarte en que éste aparte de los idiomas también aprendiera contabilidad y otras materias con las que pudiera contribuir al desarrollo futuro del negocio familiar, hizo que lo enviara al exterior a la edad de 17 años acompañando al ex-juez Pablo Pujol, quien se dirigía a Barcelona, vía Estados Unidos.

Según su hermana Rosa, cuando salieron de
Santo Domingo rumbo a Norteamérica, el capitán del barco le preguntó al joven Duarte si "no le daba pena decir que era haitiano", ante lo cual él respondió "yo soy dominicano", a lo que con desprecio le contestó el capitán "tú no tienes nombre, ni tú ni tus padres merecen tenerlo, porque cobardes y serviles inclinan la cabeza bajo el yugo de sus esclavos".
Enardecido ante estas injurias, el joven Duarte esa noche juró "probarle al mundo entero que no tan solo teníamos un nombre propio: dominicanos, sino que nosotros (tan cruelmente vilipendiados) éramos dignos de llevarlo".

Por tal motivo, Duarte quiso aprovechar este viaje para aprender de los sistemas políticos de esas naciones, y para idear el método revolucionario que culminaría en la creación de la
República Dominicana.

Ya en
Nueva York, el joven Duarte "siguió aprendiendo el inglés y empezó a estudiar geografía con Míster Davis, que le daba clases a domicilio".

Camino de
Barcelona, Duarte y Pujol tocaron el puerto de Londres en Inglaterra y pasaron por Francia, país recientemente convulsionado por la Revolución de Julio (1830) que instauró la monarquía constitucional del rey Luis Felipe I.

En
1833 regresó a Santo Domingo para trabajar en el negocio de la familia. Cuando le preguntaron qué era lo que más le había llamado la atención en su viaje, Duarte contestó "los fueros y libertades de Barcelona, fueros y libertades que espero demos un día a nuestra Patria".

Los
fueros eran un conjunto de leyes y libertades de los que Barcelona disfrutó hasta 1716 y cuya lucha por recuperar se había expresado en la insurrección abierta de los catalanes al grito de "Dios, Patria, Rey, Fueros" durante la Primera Guerra Carlista (1833-40). Precisamente de este grito de guerra carlista, Duarte se inspiraría para crear el lema nacional "Dios, Patria, Libertad, República Dominicana".

Tras su regreso al país, Duarte realizó una intensa vida social que le ligó a importantes sectores de la pequeña burguesía urbana. Se hace masón y es testigo de matrimonios, apadrina bautizos y asiste a reuniones de carácter cultural. Esa vivencia de la sociedad es la que le permite percibir que existe un sentimiento patriótico que rechaza la presencia de los haitianos en el país. El mérito de Duarte, como patriota y como político organizador estriba, fundamentalmente, en que supo interpretar el momento histórico que vivía la sociedad dominicana de aquel entonces, renuente en sus capas más decisivas a aceptar la dominación haitiana.

Tras una discreta labor de proselitismo, fundó el
16 de julio de 1838, la Sociedad Secreta La Trinitaria junto a Juan Isidro Pérez, Pedro Alejandro Pina, Jacinto de la Concha, Félix María Ruiz, José María Serra, Benito González, Felipe Alfau y Juan Nepomuceno Ravelo.

Los trinitarios hacían su trabajo político a partir de una estructura celular clandestina. Los iniciados hacían el juramento de luchar por la independencia de la República Dominicana bajo el lema "Dios, Patria y Libertad". Para sus actividades públicas constituyeron otras dos entidades: La
Sociedad Filantrópica y La Sociedad Dramática, destinadas a realizar una importante labor de propaganda mediante la representación de piezas teatrales. Duarte y algunos de sus compañeros también ingresaron en las compañías dominicanas del ejército haitiano para adquirir conocimientos militares.
Para ese momento el régimen de Boyer se había transformado de un gobierno liberal y progresista a una dictadura con graves problemas económicos y resistencia interna en su territorio original. Así, se une al movimiento revolucionario haitiano denominado La Reforma que derrocó a Boyer en febrero de 1843, colocando a
Charles Herard en la presidencia de Haití.

Duarte encabezó dicho movimiento en la ciudad de Santo Domingo, desempeñando un papel decisivo que lo convierte en el líder político principal de los dominicanos. Pero delatadas las actividades independentistas de los trinitarios, el nuevo presidente Herard encabeza una ocupación militar de las provincias dominicanas con el objetivo de desarticular al liderazgo separatista.

Matías Ramón Mella y los hermanos Ramón y Pedro Santana son apresados y conducidos para Haití, mientras que Francisco del Rosario Sánchez se esconde y hace propalar la especie de su fallecimiento.

Es en esta circunstancia que Duarte tiene que abandonar el país de manera clandestina hacia
Curazao, donde le sorprende la noticia de la muerte de su padre el 25 de Noviembre del 1843. Entonces, en una emotiva carta, Duarte le indica a su madre vender el negocio familiar para financiar la revolución independentista.

En su ausencia, Sánchez realiza una alianza con el sector separatista conservador encabezado por
Tomás Bobadilla y Buenaventura Báez, surgiendo el Manifiesto del 16 de enero de 1844, que culminó con la declaración de la independencia el 27 de febrero de ese mismo año.

Duarte regresó a Santo Domingo el
15 de marzo de 1844 cargado de las armas que había comprado en Curazao con el dinero de su propia familia, siendo recibido apoteósicamente como "Padre de la Patria" y designándosele general del ejército y vocal de la Junta Central que gobernaba la naciente república.
Duarte tenía un definido concepto de la
nación dominicana y de sus integrantes. En esa época redactó un proyecto de constitución que dice con claridad que la bandera dominicana puede cobijar a todas las razas, sin excluir ni dar predominio a ninguna. Su concepción de la República era la de un patriota republicano, anticolonialista, liberal y progresista.

Enviado a combatir al ejército haitiano, entra en contradicciones con Pedro Santana, quien era jefe del ejército del Sur y uno de los principales caudillos del sector conservador, de tendencias colonialistas y anexionistas.

Como dicho sector se había adueñado del poder y tenía mayoría en la
Junta Central Gubernativa para imponer la conversión del país en un protectorado francés, Duarte encabezó junto a Sánchez un golpe de estado que destituyó a Bobadilla y sustituyó los miembros conservadores de la Junta por otros liberales que como él eran opuestos a toda anexión o protectorado.

Esta nueva
Junta Central Gubernativa, encabezada por Sánchez, envió a Duarte y a Mella a la región Norte a obtener el apoyo de los pueblos cibaeños. El ejército del Norte proclamó a Duarte como Presidente de la República, pero Santana protestó contra esto y apoyándose en el ejército del Sur que comandaba, entró a la ciudad de Santo Domingo y disolvió la Junta de Sánchez, creando otra presidida por su persona e integrada en su totalidad por personas afines a su sector político social.

Sintiéndose dueño de la situación, Santana dispuso el apresamiento de Duarte, quien se dejó apresar rehusando apelar al ejército del Norte para evitar una guerra civil que pudiera ser aprovechada por el enemigo haitiano. Santana declaró a Duarte, Sánchez, Mella y otros líderes trinitarios como "traidores a la Patria" y los desterró "a perpetuidad" del territorio de la República Dominicana.

Tras una breve estancia en Hamburgo, se trasladó a Venezuela, donde su familia completa, ahora sumida en la miseria, había sido desterrada por Santana.

En
Caracas le sorprende la noticia del fusilamiento de la líder interna de los trinitarios, María Trinidad Sánchez, el 27 de febrero de 1845. Asumiéndose culpable de esta muerte, y rechazando la idea de alentar una guerra civil, Duarte desaparece de la vida pública, internándose en la selva venezolana, radicándose en la ciudad de Angostura (hoy Ciudad Bolívar), donde pierde todo contacto con amigos y familiares durante más de quince años.

Cuando Santana, en connivencia con el gobernador español de la isla de Cuba, declara disuelta a la República Dominicana y proclama la Anexión de la República Dominicana a España en 1861, Duarte reaparece en Caracas para organizar junto a su hermano Vicente Celestino Duarte una pequeña expedición que desembarca en Montecristi (1864) para ponerse a las órdenes del gobierno restaurador en armas de Santiago de los Caballeros. Este gobierno decidió nombrarlo su representante en el exterior con la misión de obtener apoyo de Venezuela y las demás naciones americanas en la lucha militar contra España.

Duarte sale de nuevo a Venezuela en 1864, dedicándose a su misión hasta que lo relevan de la misma. Lograda la Restauración de la República (1865), Duarte se quedó con su familia en la ciudad de Caracas, subsistiendo de una fábrica de velas hasta su fallecimiento el 15 de julio de 1876.

Sus restos fueron trasladados a suelo dominicano en
1884, por el gobierno de Ulises Heureaux (Lilís), que lo había declarado Padre de la Patria junto a Sánchez y a Mella.

Anuncian actividades por natalicio Duarte


Con la celebración de una misa a las 9:00 de la mañana en la iglesia Santa Bárbara, en la Ciudad Colonial, se iniciarán el próximo lunes las actividades conmemorativas al 196 aniversario del natalicio del patricio Juan Pablo Duarte.El presidente del Instituto Duartiano informó que una hora más tarde se hará el enhestamiento de la bandera duartiana a cargo de altos oficiales militares, en la casa natal del prócer. José Joaquín Pérez Saviñón dijo que también habrá un desfile desde la sede del instituto, ubicada en la calle Isabel La Católica, y recorrerá las calles las Mercedes, Arzobispo Meriño y El Conde hasta llegar al Altar de la Patria, donde descansan los restos del patricio.Allí habrá una ofrenda floral y el secretario de Educación está pautado para pronunciar un discurso.Acto seguido, los participantes se trasladarán al Parque Duarte, en la misma zona, y allí Pérez Saviñón pronunciará otro discurso.La actividad se hará en coordinación con otras entidades e instituciones públicas y privadas y estará encabezada por los directivos del instituto, así como representantes del gobierno.Pérez Saviñón informó que paralelamente a estas actividades, habrán conferencias, charlas, encuentros y paneles en todas las filiales del instituto distribuidas en diferentes países donde existe una cantidad considerable de dominicanos.

21 de Enero, Celebracion Virgen de La Altagracia de Higuey


Por confusión, muchas personas piensan que La Virgen de la Altagracia es la Patrona del país, siendo en realidad la Virgen de las Mercedes la Patrona, cuya veneración se realiza en Santo Cerro de La Vega.

El 12 de mayo de 1512 es erigida en parroquia la villa de Salvaleón de Higüey por el obispo de Santo Domingo, García Padilla. Para esa época, se instalaron en Higüey los hermanos Alonso y Antonio de Trejo, naturales de Placencia, en Extremadura (España), quienes fundaron un trapiche para producir azúcar. Al mudarse estos hermanos a la villa de Higüey, trajeron consigo la imagen de la Virgen de la Altagracia y, más tarde, la ofrecieron a la parroquia para que todos pudieran venerarla.

Desde principios del siglo 17, y quizás poco antes, la devoción por la Virgen de la Altagracia pasó a Puerto Rico, específicamente a Coamo. Los viajeros que se trasladaban desde la Isla de Santo Domingo a Puerto Rico lo hacían por el "puerto del Higüey" (Boca de Yuma) y atravesaban el Canal de la Mona para llegar al puerto de San Germán. Por temor a los piratas que frecuentaban estos mares y mientras esperaban barcos en el "puerto del Higüey", los viajeros acudían al santuario de la Virgen de la Altagracia en la villa de Higüey, implorando su protección contra los peligros del mar y de los piratas.

En 1690, los españoles encabezados por Antonio Miniel invadieron el territorio del Oeste y el 21 de enero derrotaron a los franceses en la histórica batalla de la Sabana Real de la Limonade, pereciendo el gobernador francés Cussy en la acción y retirándose luego los españoles a Santiago.

Como las tropas procedentes del Este de la isla elevaron sus plegarias a Nuestra Señora de la Altagracia la víspera del combate, al verse triunfantes iniciaron la celebración de su fiesta religiosa en ese día (21 de enero), en vez del 15 de agosto, costumbre que se ha mantenido a través de las generaciones hasta nuestros días.

En 1692 el arzobispo Isidoro Rodríguez Lorenzo escribió una carta dirigida “a todos los fieles cristianos, estantes y habitantes, vecinos y moradores de este nuestro arzobispado” en donde por primera vez aparece una autoridad eclesiástica aprobando como buena y válida la fiesta de los 21 de enero.

Al pasar el tiempo, se perdió el conocimiento del origen de la imagen. Fue el padre Gabriel Benito Moreno del Christo quien años después inventaría la leyenda del "Viejo, los Dos Ríos y del Sueño Misterioso", que el poeta y escritor Rafael Deligne recogió en su obra Encargo Difícil y por igual el escritor y también poeta Juan Elías Moscoso en su obra Chiquitica de Higüey. Pero la leyenda surge debido a vacíos en la historia y, unida a los datos históricos, nos dan una percepción de lo que fue la realidad. La leyenda y la historia se complementan.

A principio del siglo 20, Monseñor Arturo de Meriño, Arzobispo de Santo Domingo, pidió a la Santa Sede la concesión de Oficio Divino y Misa Propia para el día de la Virgen de la Altagracia suplicando, además, que fuese como festividad de precepto los 21 de enero, ya que los 15 de agosto no se podía pues la Iglesia Católica celebraba en esa fecha el Misterio de la Asunción de la Virgen a los Cielos. El pedimento fue aprobado y la concesión es efectiva para toda la Arquidiócesis de Santo Domingo. El 21 de enero fue declarado oficialmente día no laborable y de fiesta nacional en todo el territorio nacional durante el gobierno de Horacio Vásquez.

La imagen de Nuestra Señora de Altagracia tuvo el privilegio especial de haber sido coronada dos veces. El 15 de agosto de 1922, en el pontificado de Pío Xl, sobre el Baluarte 27 de Febrero o Puerta del Conde fue canónicamente coronada Nuestra Señora de la Altagracia, traída desde su Santuario de la Villa de Higüey, hasta la Capital de la República.
El Papa Juan Pablo II, durante su visita al país, coronó personalmente el 25 de enero de 1979 a la imagen con una diadema de plata sobredorada, regalo personal suyo a la virgen.

La advocación de la Virgen de Altagracia es muy popular, concurriendo a su santuario todos los años numerosas romerías que van desde los más apartados confines de la isla a ofrendarle los votos y promesas hechas en momentos de tribulación. Su santuario se encuentra en la ciudad oriental de Salvaleón de Higüey.